
Las dunas de Laida están situadas en un contexto geográfico de gran valor paisajístico, cultural y ecológico. Habida cuenta de estos valores, la UNESCO declaró Urdaibai Reserva de la Biosfera en 1984, convirtiendo todo el valle del río Oka en el primer espacio protegido de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Además forma parte de la Red NATURA 2000, es zona ZEPA y se encuentra protegida por la “ley 5/1989 de protección y ordenación de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai”. El área del estuario y ría de Urdaibai está incluido además en el listado de humedales de importancia internacional de RAMSAR. Dentro de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai destacan tres ecosistemas situados en el estuario de la ría de Mundaka por su singularidad y alto valor ecológico: las marismas, los encinares cantábricos y el litoral costero.
El área litoral alberga gran diversidad de hábitats, entre los que destacan los acantilados costeros de Ogoño, el cabo Matxitxako, la isla de Izaro, rasas intermareales y pequeñas calas y playas. Estas últimas son, tradicionalmente, el hábitat costero más visitado por el ser humano, sufriendo un importante contraste entre la tranquilidad de los meses más fríos con el bullicio estival.
El origen de la duna.



Las dunas de Laida es una formación muy antigua. No obstante, para aquellas personas que nacieron después de los años 50 la playa de Laida ha sido un espacio sin dunas. La causa de esta percepción generalizada es que a mediados de esa década las dunas de Laida desaparecieron a consecuencia de la mayor tormenta conocida en Europa durante el siglo XX. Tras esta tormenta, muchos sistemas dunares cantábricos desaparecieron o bien sufrieron una transformación radical. Por otra parte, las playas en los años 50 no eran las zonas de ocio que son hoy en día, puesto que ni los medios de transporte, ni la cultura del ocio dominante, favorecían su visita. Es a partir de los años 60 cuando el desarrollo del ocio de sol y playa favorecido por las mejoras en el transporte individual y colectivo por carretera llevó a la gente a la playa de Laida. Sin embargo, para entonces la playa no conservaba sus dunas y la masiva afluencia de público contribuyó a que la duna no pudiese regenerarse de manera natural hasta nuestros días.
Las dunas por lo tanto, mientras existieron pasaron desapercibidas para la población local, desconociendo de esta manera la importante función que desempeñaban en el equilibrio del estuario. Solamente aquellos que vivían en pleno arenal sabían que la pervivencia de la playa y sus caseríos dependían estrechamente de ellas.
Fuente: Miniguía de las dunas de Laida - Gobierno Vasco, Departamento de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio.